Oro rojo, así llaman al azafrán los entendidos en comida, pues es una de las especies más preciadas en las cocinas del mundo. No es ninguna tontería cultivar azafrán en casa si tenemos en cuenta su módico precio y aprender a hacerlo no es nada complicado. A continuación veremos brevemente como podemos tener este condimento siempre a mano en nuestra cocina.
El azafrán se cultiva con bulbos y no con semillas, que por cierto, no son nada fáciles de encontrar. Lo mejor que puedes hacer es mirar en tiendas especializadas en zonas donde sepas que se cultiva el azafrán, pues sin bulbos no podremos cultivar el azafrán.
El mejor momento para plantar los bulbos de azafrán es a finales de invierno, durante los últimos días de marzo. Una maceta rectangular de 10 cm es muy práctica para este tipo de cultivo; siembra los bulbos a 20 cm de distancia entre uno y otro. Asegúrate de tener un buen drenaje, la humedad es buena para esta planta pero no en exceso.
Durante el verano con las altas temperaturas, regaremos como con cualquier otra planta, alternando días y con abundante agua, pero sin pasarse, la necesaria. Cuando florezca debemos disminuir el riego al mínimo. Con la llegada del frío la taparemos con un plástico para protegerla.
Durante la floración del azafrán conectaremos sus flores y retiraremos el pistilo de la flor, ese hilito de color rojo intenso. Conservaremos los pistilos en envases de plástico y los iremos utilizando cuando cocinemos. Pero no te pases con el azafrán, con muy poquito es suficiente para aportar un gran sabor.
Cuando apreciemos que el azafrán empieza a secarse o se desprenden las hojas de la planta, es el momento de sembrar de nuevo. Vacía la maceta, retira los bulbos y vuelve a empezar desde cero con estos mismos bulbos, como verás el ciclo volverá a repetirse. Suele ser en el mes de junio.
Por cierto, ¿sabías que se necesitan 250.000 flores de azafrán para recolectar un kg de especia?
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